LA NECESIDAD LO LLEVO
A SER UN ARTESANO COMO POCOS, TALABARTERO Y ESTRIBERO.
La
historia de José Bertilio Guerrero Huenchuñir, es tal vez como la de todo artista autodidacta, que después de
tomarle el gusto al oficio y sabedor de sus condiciones naturales, sólo llegan
a ser conocidos por los que en forma oral saben de su maestría.
Don
José Bertilio se inició en la talabartería, por una razón muy poco artística: la
necesidad de mantener en buenas
condiciones el mismo los aperos de su fiel caballo, el amigo inseparable en
las faenas agrícolas que realizaba de
joven. Esto lo motivó a mirar desde pequeño con mucho interés a los adultos que
ya realizaban este trabajo. La primera vez que repararon sus aperos fue la
oportunidad en que se despertó la motivación por aprender de este fascinante mundo, nuevo para él. Desde allí repitió
las maniobras observadas una y otra vez, con improvisados materiales que
encontraba en su casa. Poco a poco la práctica incansable le llevo a reparar él
mismo sus propios aperos, y no tener la necesidad de recurrir al cultor oficial
del oficio.
Fue 1971 el año decisivo para el inició
definitivo de la práctica constante de esta labor. Cuando llegó hasta el sector
de Puerto Nuevo, al Maitenal, específicamente y trabajó por un tiempo en un
predio en donde se familiarizo con los caballos corraleros.
El
propietario del campo, al verlo entusiasmado con esta labor artesanal del
arreglo y hechura de aperos a los otros trabajadores, le sugirió que arreglara
los que eran de su propiedad y así es como don José Bertilio, desde ese tiempo
le tomó el gusto a este oficio hasta el día de hoy, siendo hasta ahora, el talabartero
artesanal pesquisado en Lago Ranco.
Otra
de sus características como artesano es que también es reconocido como un buen
estribero, ya que en su trabajo además
de hacer la horma, se encarga de tallar con rudimentarias herramientas la
madera, imprimiéndole el diseño característica propia de don José Bertilio, y
que según nuestros antecedentes, sería el único estribero en la zona.
Hoy
don José Bertilio a sus 70 jóvenes años, aun realiza la labor de artesano, con el mismo entusiasmo y
cariño que tenía en los inicios, alternándola con labores propias del campo en su propiedad,
sector de Las Quemas, Riñinahue.
Finalmente
don José en la despedida se mostró un poco triste, ya que su talento y trabajo
llegará, “hasta cuando él quiera o pueda”, dijo, ya que a sus hijos no les
interesa dicha labor, por lo que irremediablemente se apagará otro oficio tan
importante e interesante y escaso, como el de estribero.
“Ojalá
se pueda continuar con este oficio”…, nos señaló don José Bertilio, ya que a él: “le
gustaría escuchar, de otro maestro, que el oficio de talabartero y estribero lo
aprendió de fulano de tal, con eso dijo me moriría contento”.
Es
por esto que el municipio de Lago Ranco, está postulando a un fondo cultural
“Tesoros Humanos Vivos” para poder ayudar a don José, para que pueda seguir con
este hermoso oficio ya casi extinto en la zona y pueda, porque no, dejar a su
sucesor para no perder las tradiciones, cultura, artesanía y Talento de nuestra
gente.
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