martes, 15 de mayo de 2012







LA NECESIDAD LO LLEVO A SER UN ARTESANO COMO POCOS, TALABARTERO Y ESTRIBERO.
La historia de José Bertilio Guerrero Huenchuñir, es tal vez como  la de todo artista autodidacta, que después de tomarle el gusto al oficio y sabedor de sus condiciones naturales, sólo llegan a ser conocidos por los que en forma oral saben de su maestría.

Don José Bertilio se inició en la talabartería, por una razón muy poco artística: la necesidad de mantener en  buenas condiciones el mismo los aperos de su fiel caballo, el amigo inseparable en las  faenas agrícolas que realizaba de joven. Esto lo motivó a mirar desde pequeño con mucho interés a los adultos que ya realizaban este trabajo. La primera vez que repararon sus aperos fue la oportunidad en que se despertó la motivación por aprender de este  fascinante mundo, nuevo para él. Desde allí repitió las maniobras observadas una y otra vez, con improvisados materiales que encontraba en su casa. Poco a poco la práctica incansable le llevo a reparar él mismo sus propios aperos, y no tener la necesidad de recurrir al cultor oficial del oficio.

Fue  1971 el año decisivo para el inició definitivo de la práctica constante de esta labor. Cuando llegó hasta el sector de Puerto Nuevo, al Maitenal, específicamente y trabajó por un tiempo en un predio en donde se familiarizo con los caballos corraleros.

El propietario del campo, al verlo entusiasmado con esta labor artesanal del arreglo y hechura de aperos a los otros trabajadores, le sugirió que arreglara los que eran de su propiedad y así es como don José Bertilio, desde ese tiempo le tomó el gusto a este oficio hasta el día de hoy, siendo hasta ahora, el talabartero artesanal  pesquisado  en Lago Ranco.

Otra de sus características como artesano es que también es reconocido como un buen estribero, ya que  en su trabajo además de hacer la horma, se encarga de tallar con rudimentarias herramientas la madera, imprimiéndole el diseño característica propia de don José Bertilio, y que según nuestros antecedentes, sería el único estribero en la  zona.

Hoy don José Bertilio a sus 70 jóvenes años, aun realiza la  labor de artesano, con el mismo entusiasmo y cariño que tenía en los inicios, alternándola con  labores propias del campo en su propiedad, sector de Las Quemas, Riñinahue.

Finalmente don José en la despedida se mostró un poco triste, ya que su talento y trabajo llegará, “hasta cuando él quiera o pueda”, dijo, ya que a sus hijos no les interesa dicha labor, por lo que irremediablemente se apagará otro oficio tan importante e interesante y escaso, como el de estribero.
“Ojalá se pueda continuar con este oficio”…,  nos señaló don José Bertilio, ya que a él: “le gustaría escuchar, de otro maestro, que el oficio de talabartero y estribero lo aprendió de fulano de tal, con eso dijo me moriría contento”.

Es por esto que el municipio de Lago Ranco, está postulando a un fondo cultural “Tesoros Humanos Vivos” para poder ayudar a don José, para que pueda seguir con este hermoso oficio ya casi extinto en la zona y pueda, porque no, dejar a su sucesor para no perder las tradiciones, cultura, artesanía y Talento de nuestra gente.

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